Tu casa también es un buen lugar para conectar con la naturaleza en aquellos días en que no puedes estar en contacto con el espacio exterior que desearías vivir, como estar en el mar o entre el bosque
Una de las cosas que más solemos echar de menos cuando estamos en casa mucho tiempo, especialmente en las ciudades, es el contacto con la naturaleza. Muchas veces, ni siquiera notamos que esa sensación de desasosiego al final del día y que solemos sentir como tensión o estrés, no es más que una añoranza del aire fresco y de aquellos sonidos que, de forma inconsciente, nos conectan con nuestro origen más profundo: los de la naturaleza del planeta que habitamos.
La buena noticia es que hay pequeñas acciones, muy simples que, de alguna manera, nos pueden ayudar a percibir esa sensación de conexión que nos nutre y le recuerda a nuestra mente que, en realidad, estamos todos interconectados en todo momento con este planeta y con los seres que lo habitan.
El oxígeno que respiramos viene de los bosques, los océanos y las plantas que tenemos cerca y que, a su vez, se alimentan del dióxido de carbono que exhalamos. El sol nos calienta, permite el esencial proceso de la fotosíntesis, entre otros beneficios y, ésta a su vez, permite que las plantas produzcan ese oxígeno que nos da la vida. Los alimentos que nos nutren vienen de la tierra, incluso los más artificiales, han sido creados por los humanos que también somos parte de ella.
La sensación de aislamiento genera la ilusión de separación del resto de seres que habitamos este planeta y esto, en el fondo, produce cierta tristeza. Sin embargo, esta interconexión real, existe hasta en las cosas más sutiles. Por ejemplo, nuestra voz emite ondas sonoras que llegan a otros seres y rebotan, generando otras ondas que tocan a otros a grandes distancias. Incluso, las galaxias más lejanas a la nuestra, con su magnetismo, influyen para que en la Vía Láctea, en esta pequeña mota de polvo llamada Tierra, exista la vida.
Así que, ampliando la visión, os invito a observar las paredes de vuestra casa por un momento. Han sido construidas con los materiales de este planeta, con toda la tecnología desarrollada para protegernos de los peligros del exterior de la mejor manera posible. Ingenieros, arquitectos, diseñadores, obreros, cientos de miles de personas han trabajado para que cada uno de nosotros tengamos, hoy en día, la suerte de tener este espacio, en el cual podemos resguardarnos y descansar, compartir el amor, la alegría, el alimento, también la tristeza y la preocupación, en resumen, para acoger nuestra vida.
Qué bonita mirada poder agradecer a esas paredes, a quienes las construyeron y también a todos los miles y, puede que millones de seres humanos, que a lo largo de la historia desarrollaron esa tecnología, para que hoy, en esta situación, podamos sentirnos a salvo, resguardadas por ellas. Tenemos la opción de mirar hacia las paredes como si fuesen una cárcel y también la opción de ampliar la mirada y sentir su abrazo, la conexión con quienes las crearon y agradecer por cumplir la función de cuidarnos.
Mientras tanto, a este pequeño resguardo de nuestro hogar, podemos traer los sonidos de la naturaleza, el color verde, azul o tierra y, sobre todo, abrir las ventanas varias veces al día y dejar que se renueve el aire, que entren los sonidos de afuera, aunque sea por un momento, para volver a conectar con el mundo exterior.
A la vez, tenemos la suerte hoy en día de poder traer a casa sonidos de la naturaleza. Mi agradecimiento a quienes han tenido la visión de colgarlas en youtube. Os dejo un par de links a continuación:
Una sugerencia es que en tu pantalla del ordenador, del móvil o donde puedas, pongas imágenes de árboles, del mar o de algún paisaje que te guste especialmente. La mente subconsciente comprende estos mensajes y conecta, le ayuda, de forma muy sutil, a recuperar la calma.
En redes sociales ha circulado un meme que me encanta, es una pareja en bata de baño y con un margarita, cada uno en la mano, mirando el mar en la televisión, con los pies junto a la pantalla, como si fueran en un yate. Además de divertida, me parece buena idea.
También te recomiendo que utilices el color verde o azul, si tienes alguna manta o pashmina bonita, un objeto o cuadro de color verde. En momentos de estrés es bueno usarlos para darles un protagonismo en casa.
Igualmente, puedes hacer ejercicios de "enraizamiento", a continuación comparto uno que, si lo deseas, puedes realizar en cualquier momento del día en que decidas hacer una pequeña pausa. También puedes decirlo en voz alta y compartirlo en familia:
Antes de comenzar, busca una posición y un lugar cómodo que te permitan estar tranquilo por unos minutos, mientras hagas el ejercicio. Puedes hacerlo durante el tiempo que desees, pero calcula, como mínimo, unos cinco minutos. Te recomiendo también que tengas un vaso de agua cerca y, si puede ser, que pongas los sonidos de la naturaleza para ampliar la experiencia.
- Imagina cómo, con la respiración, salen raíces de luz desde tus pies y de la base de tu pelvis hacia el suelo.
- Puedes Imaginar cómo estas raíces van bajando por las paredes del edificio o por los cimientos de tu casa, hasta tocar la tierra y cómo se van ampliando y van llegando cada vez más profundo, volviéndose fuertes y firmes.
- Entonces visualiza cómo, con la respiración, la Tierra te entrega también su luz amorosa y maternal de color dorado, que sube por tus raíces, llenando todo tu cuerpo de amor, paz y armonía.
- Imagina esa luz subiendo por todo tu cuerpo, hasta llegar a la coronilla y, después, cayendo desde ella hacia todos los lados de tu cuerpo, como una fuente de luz dorada.
- Cuando lo desees, poco a poco, puedes retirar un poquito las raíces, pero quedándote enraizado y manteniendo la fluidez de La Luz de la tierra hacia ti.
- Toma nuevamente consciencia de la respiración, vuelve despacio al lugar donde te encuentras, puedes beber un poco de agua y ya estás listo para continuar con la actividad del día.
Namasté
Comments